Escritor prolífico e incansable viajante, el presidente de la Junta Auténtica de Historia y Cultura de la Boca Rubén Rodríguez Ponziolo, relata en su último libro -de inminente aparición- vivencias y peripecias de sus viajes por el orbe relacionadas con su condición de boquense y fanático hincha de la azul y oro.

A continuación, un adelanto exclusivo de la publicación que cuenta con sendos prólogos de Horacio Spinetto, Antonio Nilo Pellegrino y Diego Barovero.


LA GIOCONDA

Es tal mi ineptitud para el dibujo que desde el vientre materno respeto y admiro a los que sí lo saben.

Encandilamiento acrecentado con la edad al interesarme por las figuras de la plástica nacional y de los maestros universales que se ganaron sitiales en los museos o en las pródigas pinacotecas privadas.

Son infinitas las publicaciones de jerarquizados artífices de las dispares academias o talleres que se sucedieron a través de los siglos. Y en los cinco continentes para mi satisfacción, nunca dejé de echar un vistazo a las muestras pictóricas.

Y subsisten cuadros que por el talento de sus creadores trascienden las naciones y son patrimonios de la humanidad.

De los pintores imperecederos podría estipular su “master piece” (obra maestra) y entonces necesitaría abundante papel, tinta y un lapso que por atender a mis tareas no dispongo.  Me juego el resto que la carta brava del Museo del Louvre es: La Gioconda del genial Leonardo da Vinci nacido en 1452 en el villorio que usa como apellido y fallecido en el castillo de Clouse, en las cercanías de Amboise (Francia) en 1519.

Y a los suspicaces que duden de mi afirmación les desafío me informen a que otra pintura la curiosean a diario multitudes provenientes de todas las regiones de la Tierra.          
        
LA GIOCONDA Y YO”

Por añares mi vecino de departamento, puerta a puerta, fue el cineasta David Lipszyc, propietario de la “Escuela Panamericana de Arte”. Ampliamente acreditada por la profusa publicidad de ingeniosas caricaturas de solitaria “Gioconda” que, previo al ciclo lectivo, empapelan los barrios con su agigantada silueta en guasonas poses. 

En inesperado encontrón, le manifesté mi loca idea de una fotografía que aventajaría en camelo a los suyos. Sabiendo que en enero de 1986, iría a París, lucubré, sacar en el Louvre graciosa impresión inédita de La Gioconda. Encabezaría la larga cola de ingreso y al galope me dirigiría a ella antes del amontonamiento de los numerosos fisgones.

Yo me resabía la caminata, y para evitar accidentales complicaciones lo ratificaría al atardecer de la víspera.

Me perjudicaba que el día libre con que contaba, caía en domingo y se incrementa el flujo de visitantes, ese día la entrada es gratarola.

Procurando que este apunte no sea un culebrón, la instantánea resultó un golazo y se plasmó mi vaticinio al ganar el certamen “La fotografía insólita” organizado en la televisión por “La noticia rebelde” récord de rating.


¡Y proclamo lo que concitó la atención del jurado! Aparecía de barba blanca, estilo Papá Noel o Patriarca Bíblico, luciendo tricota de manga larga con los tonos del C. A. Boca Juniors y un abrigado capuchón, urdido a mano cubriéndome el bocho. ¡Que le provocaría envidia al mismísimo Leonardo da Vinci!

Rodríguez Ponziolo (segundo desde la izquierda) junto a Eduardo Martiné, Omar Gasparini y Tomás Pérez



Share/Bookmark
Temas:

Deje su comentario